Adquirir desde jóvenes tales o cuales hábitos no tiene poca importancia: tiene una importancia absoluta. - Aristóteles

miércoles, 16 de enero de 2013

Lecturas para vacaciones


Poesía, cuento, novela, crónica y noticias leen los niños en el vacacional de palabra.lab dirigido por Adelaida Jaramillo.  Los invito a leer las selecciones de textos.  Más información en ade@palabralab.com y en este enlace http://www.palabralab.com/2013/01/vacacionales-para-ninos-y-jovenes.html



4-5 años
Matrioska – Dimiter  Inkiow
Es un libro bebé – Lane Smith
Cocodrilo va al dentista – Taro Gomi
Lidia y yo viajamos en avión – Dimiter Inkiow
Cuentos clásicos - Varios

6-8 años
Abran cancha que aquí viene Don Quijote de la Mancha – Adela Basch
De los pies apestosos a las papas fritas… - Kiren Miret
A Margarita – Rubén Dario
Poemas de juguete – A.Granados
¡Me pico la luna! – Elena Dreser

9-11 años
Cuentos para jugar – Gianni Rodari
Espejos, mocos, cucarachas… - Kiren Miret
Los zapaticos rosa – José Martí
Sueños – Marco Chamorro
Los calcetines solitarios, una historia sobre el bullying – Luigi Amara

12-15 años
Nada – Janne Teller
Sueño melancólico – Sor Juana Inés de la Cruz
Patas arriba – María Fernanda Heredia

Ciudad Equis 1985 – Juan Carlos Quezadas
De los pies apestosos a las papas fritas… - Kiren Miret
Entre dientes. Crónicas comilonas – Martín Caparrós
Amor, zombis y otras desgracias – José Luis Trueba Lara

martes, 8 de enero de 2013

Ascensor a las estrellas


Escrito por: Adelaida Jaramillo

Mi nombre es Pedro, mi mamá me dice Pedrito pero yo ya mismo cumplo siete años, así que ya soy bastante grande como para que me siga llamando "mi bebito", "mijito", "negrito" o cualquier cosa que termine en ito.  A mi hermana Sandrita, que sólo tiene 2 años, sí le podemos decir así porque es chiquitita, y aunque quisiera no podría reclamar nada porque aún no habla bien y no se  entiende lo que dice.  

Sandrita todavía no va a la escuela y no se entera de muchas cosas, como por ejemplo, que a ella le deberían gustar las muñecas que le regala mi mamá, pero yo la hago jugar con mis carritos y a ella le encanta, los prefiere a esas horrorosas peponas que dan susto, no sé cómo puede dormir con todos esos pares de ojos abiertos mirándola por la noche.

Lo mejor de la noche, aparte de dormir es ver las estrellas, los cometas y la luna.  Mamá sabe mucho de eso, me señala los planetas y las constelaciones con el telescopio que nos regaló el abuelo.  A Sandrita también le gustan las estrellas, pero pintarlas en las paredes y a mi mamá no le hace mucha gracia tener que limpiarlas.

— Mamá, ¿podemos ver las estrellas?
— Claro Pedrito –le respondió -señálame por favor el planeta Marte.
— Es ese punto rojo que brilla allá arriba.
— Muy bien –aplaudió su mamá -Sabes, mañana la luna se va a esconder.
— ¿De quién?
— De nadie, Pedrito. La tierra se va a interponer entre ella y el sol, tapándola.
— ¿Con una sábana?
— No, Pedrito.  Mañana mientras desaparece, te explico qué es un eclipse.
Guau, guau, guau –ladró el perro.
— Mamá, ¿tú crees que Cactus sepa qué es un eclipse?
— Todo es posible, mijito.

Mamá tiene razón.  Aunque me gusta mucho jugar con mi hermanita, en realidad disfruto más cuando juego con mi perro Cactus.  Mi papá lo encontró en la calle perdido, así que vino a vivir aquí con nosotros antes que Sandrita. Cuando llegó parecía un chihuahua, luego se estiró y parecía un perro salchicha, pero luego siguió creciendo a lo largo y a lo ancho, y ahora ya no sabemos qué es, sólo que es perro porque ladra, aunque aquí entre nos, a veces parece que hablara. Cuando sea astronauta y vaya al cielo, Cactus vendrá conmigo en mi nave espacial.  

— Chusss, chusss, aquí el capitán Pedro al planeta Tierra, chuss, Cactus, chuss, chuss, ¿me copias?
— Guau, guau.
— Chuss, chuss, a la derecha se puede ver un agujero negro, chuss, chuss, ¿lo ves, Cactus?  
— Guau, guau.
— Listo para aterrizar, Cactus, chuss, chuss.
— Guau, guau. 

¡Oh! ¡No puedo esperar a subirme en esa nave, Cactus será un gran compañero de viaje!  Le traeré rocas lunares a Sandrita para que las pinte con sus marcadores y si entra en la nave: le traeré una estrella a mi mamá.  ¿Qué cosas encontraré allá arriba?  Ojalá encuentre a mi papá que se fue al cielo y se convirtió en una estrella, ésa es la que quiero traerle a mi mamá.

Estoy seguro que regresaré cargado de regalos, como el abuelo Pedro, que  siempre tiene algo para nosotros.  A mí me encanta ir a su casa los sábados para almorzar.  Allá todo es antiguo y misterioso como él.  Hay habitaciones dentro de las habitaciones, pero yo no entro a esas porque me da miedo.  El otro día escuché un ruido, podría haber sido un ratón, como también podría haber sido un fantasma.  Y con ninguno de los dos quiero encontrarme a solas.

En el dormitorio del abue hay fotos en blanco y negro, juguetes de lata, libros y una bandera pirata.  Después del almuerzo, el abuelo siempre nos cuenta grandiosas historias a Sandrita, a Cactus y a mí. 

— ¿Tú si entiendes lo que dice el abuelo, Cactus?
— Guau, guau

Al final del pasillo hay un cuarto que sea de día o sea de noche, siempre está oscuro.  Hoy yo traje una linterna y esperaré a que todos se duerman para ver qué hay allá adentro.  A lo mejor y está Pinocho y tengo que rescatarlo.

— Cactus, esta noche viviré una aventura como las del abuelo, ¿vienes conmigo?
— Guau, guau, guau.
— Tu misión es confirmar que todos están dormidos.
— Guau, guau, guau.

¡Vaya! ¡Qué oscuro está aquí dentro!  Mi linterna casi no alumbra nada.  Avanzaré, que hasta ahora no pasa nada, sólo hay un escritorio, libros, una bola del mundo, una escalera, unos mapas, ¡Ay!  ¡Qué golpe más feo!  ¿Qué es esto?  ¿Una caja?  ¡Una caja gigante cubierta de números!  ¿Qué pasará si aplasto el 7?

— TOOOC, TOOOC, TOOC, TOOC, TOC TOC, TC TC

— ¡Oh! ¡La caja está moviéndose para arriba!  ¡ESTOY EN LAS NUBES! 
— Guau, guau.
— ¡Ay!  ¡Qué susto, Cactus!  ¿Cómo has llegado aquí? 
— Guau. 
— Ahora sí que le podremos llevar una estrella a mamá.
— Guau, guau, guau.

¡Estar en el cielo es genial!  Puedo saltar desde una estrella a la otra sin caerme, recostarme en el pedacito de la luna iluminado o patinar en la cola de los cometas.  ¡Cuántos niños hay aquí arriba jugando!  

— ¡Mira Cactus, esos niños verdes con ojos grandotes!
— ¡Guau!  
— Ven, vamos a pararnos en la luna para que mamá nos vea.  ¡Mamá!  ¡Hey, mamá!  ¡Estamos acá arriba!  Cactus, ¿tú crees que mamá nos pueda ver?
— Guau, guau.
— Mira, yo creo que mamá está mirando otra vez a la estrella de papá.  Esa es la estrella que debemos llevar a casa, sino no vale la pena regresar.  ¿Me prometes que la encontraremos?
— Guau, guau.
— ¿Qué pasó? Se fue la luz… ¡es el eclipse Cactus!  Cactus, ¡Cactus!  ¿En dónde estás?
— Tranquilo, hijo, está aquí conmigo.
— Guau, guau, guau, guau.
— ¡Papá!
— Es hora de que te embarques en el ascensor en el que has venido, Pedro –le dijo su padre –o no podrás regresar nunca más a la Tierra.
— ¿Qué pasa si me quiero quedar aquí contigo?
— Tu mamá se pondrá muy triste y te extrañará.
— Como yo a ti.
— Sí, pero ahora te irás feliz y podrás visitarme las veces que quieras.  ¿De acuerdo?
— ¡Estoy de acuerdo!  ¿Oye, Cactus, estás de acuerdo?
— Grra, grra.
— ¿Cactus, qué tienes en la boca?
— Unas rocas lunares –le dijo su padre sonreído.
— ¡Fantástico!  ¿Y a mamá, qué le llevo?
— ¡Embárcate, Pedro! –le contestó su padre –a tu mamá, llévale un beso de mi parte.

— TOOOC, TOOOC, TOOC, TOOC, TOC TOC, TC TC

— Pedrito… ¡Pedrito, despierta! –le dijo su madre –¡estás golpeando la cama!
— ¡Muuuuuac!
— ¿Mijito, y ese beso tan cariñoso?
— Esta noche cuando veamos las estrellas te cuento, mamá.