Érase que se era, y no lo vais a creer, el país de Mundilandia, donde todo era al revés: las hormigas eran grandes y los osos pequeñitos; los perros tenían alas y ladraban los mosquitos.
En el país de Mundilandia, donde todo era al revés, el cielo era de color verde y las montañas de miel, los papás iban al cole y lo mismo los abuelos, y los niños eran jueces, maestros y hasta banqueros.
En el país de Mundilandia, y no lo vais a creer, había un rey de madera con gorrito de papel, que en vez de mandar a todos, tenía que obedecer.
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