Adquirir desde jóvenes tales o cuales hábitos no tiene poca importancia: tiene una importancia absoluta. - Aristóteles

Mostrando entradas con la etiqueta Literatura infantil. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Literatura infantil. Mostrar todas las entradas

viernes, 7 de marzo de 2014

Cuento: Qué fea es la pelea

¡QUÉ FEA ES LA PELEA!
Escrito por: Adelaida Jaramillo

Érase una vez un pueblo tan pero tan angosto, que todos sus habitantes tenían que dormir con tapones en los
Tomada de: http://thumbs.dreamstime.com
oídos para no escuchar los ronquidos de sus vecinos. En este pueblo tan estrecho, vivían un par de moradores enemistados: el sapo Retaco y la culebra Zebra.  
Ambos habitaban en casas vecinas, separadas tan sólo por una línea imaginaria, es decir, que no existía ningún muro de concreto, ni un hilo rojo, ni una bandera, ni siquiera una línea trazada con tiza separándolas; y es así como empieza la pelea, pues cada uno pensaba que su casa estaba más para "acá", que para "allá".

Un buen día el sapo Retaco comenzó a cavar un hoyo para hacer un estanque en el que pudiera chapotear, pero la culebra pensó que el hoyo estaba metido en su casa, y no quería a ese sapo echándole agua y mojándole sus plantas, así que con su larga cola, por la noche empujó el montón de tierra de vuelta al hoyo y lo tapó.

— Oye, Zebra, ¿tú sabes qué ha pasado aquí? —le preguntó el sapo con cara de pocos amigos, lo cual era cierto porque Retaco era muy enojón.
— Aquí, ¿dónde? —le respondió la culebra, —te refieres a "en mi casssa", ssss.
— ¡Pero si el estanque estaba en MI casa! —contestó el sapo con espuma en la boca.
— Te hasss atrevido a hacer un hoyo donde yo había sssembrado tomatesss, ssss.
— ¿Y desde cuándo comes ensalada? —le gritó el sapo.
— Desssde que sssoy vegetariana —dijo la culebra masticando una zanahoria.
— ¡Volveré a hacer el hoyo! — le amenazó el sapo.
— Y yo volveré a sssembrar tomatesss, sss — sentenció la culebra con la lengua afuera.
— ¡Slam! (portazo).
— ¡Blam! (otro portazo).

¡De verdad que es muy fea la pelea! 

Así transcurrían los días en el barrio, entre portazo pequeño y portazo más grande.  Pero como todo era muy apretado, sus vecinos: el caracol Tornasol, la comadreja Lenteja, el León Dormilón y el Cocodrilo Camilo, cansados de los portazos y de los gritos, convocaron a una reunión.

— ¡Debemos acabar con esta tontería! —expresó el caracol molesto. —Con sus hoyos y sus huertos cavados con sus picos y sus palas ¡no podemos dormir ni de noche, ni de día!
— ¡Qué desconsiderados los vecinos! ¡Qué descorteses e insoportables! —dijo la señora comadreja ventilándose con un abanico.
— Y además, ¡cuántos gritos debemos soportar! —rugió el león, —yo me muero de sueño, no he dormido nada y estoy muy molesto.
— ¡Esto se debe acabar! —gritó el cocodrilo.
— ¡CIERTO! —corearon todos.
— Escuchen, tengo un plan —dijo Camilo.  Esta noche construiremos un muro entre las dos casas, tan alto que no puedan volver a verse las caras nunca más en la vida. ¿Quiénes están de acuerdo?
— ¡Yooooo! —dijeron todos al mismo tiempo levantando las patas.
— Sí, que el muro llegue hasta el cielo —expresó la comadreja.
— ¡Eso!  Entonces, ¡patas a la obra! —ordenó el cocodrilo Camilo.
— ¿Cómo? ¿Ahora? Eeeh, mejor empecemos mañana y ahora vamos a dormir un poquito, yo no he dormido nada y…
— ¡Nada de eso, León!  ¡A trabajar! —gritó el caracol.

Y así fue como todos los vecinos de esta ciudad tan apretada, erigieron una pared tan alta que la ciudad pasaba a oscuras, puesto que el muro hacía sombra de 6 a 12 en la casa de Retaco, y de 12 a 6 en la casa de Zebra.  Y eso no era lo peor.  Ni el muro evitó las peleas entre ambos vecinos.  Es más, le subieron el volumen a los gritos.

— ¡Estás loca, culebra! ¿Cómo has alzado esta pared? —chilló indignado el anfibio.
— ¡Te he dicho mil vecesss que yo no hice nada, no te hagasss el tonto, que bien sabesss que has sido tú, sss! —gritó Zebra, la culebra.

¡Ay, pero qué fea es la pelea!

Los vecinos siguieron gritando tan alto que no escucharon cuando llegó la patrulla de la policía.

— ¡Ciudadanos, alto! ¡Están detenidos! —mandó la policía.
— ¿Detenidos?  Pero, ¿por qué?
— Por disturbios en la vía pública y por taparnos el sol con su muro gigante —respondió el oficial.
— Pero si el muro está en su casa —señaló el sapo con su dedo anfibio y baboso.
— No, no, no, no, no. No lo essstá. Essstá en la tuya, sss —reptó la culebra.

Mientras Retaco y Zebra seguían peleando, el policía se cacheó el bolsillo y desplegó una cinta métrica.

— Ciudadanos, el muro está exactamente en la mitad, así que los dos son responsables y están detenidos.

Pero los gritos, la sirena y más gritos, alertaron a los vecinos de esta ciudad realmente reducida.

— ¿Qué pasa oficial? —preguntó el caracol.
— Sí, joven, ¿qué pasa? —dijo la señora comadreja.
— Que este par de habitantes van presos —respondió el policía.
— ¿Presos? —corearon los vecinos.
— Si, presos.
— Pero, ¿por qué? —averiguó el cocodrilo.
— Por los disturbios y este detestable muro. Sin sol no sabemos cuándo despertar y vivimos con sueño en la comisaría —respondió el policía.
— A mí me parece bien que se los lleven y que nos dejen dormir —dijo el león.
— A mí tampoco me molesta la idea de que los encierren y no griten por un par de días —afirmó el caracol Tornasol.
— Es que no estarán encerrados sólo un par de días, señor caracol —dijo el policía, —los implicados tienen que responder a dos cargos.
— Pero si lo del muro lo hicimos…
— ¡SHHHH! —le gritaron en coro los vecinos a la señora comadreja.

De repente se escuchó un martillazo y luego otro: Retaco y Zebra estaban tumbando el muro. ¡Al fin se pusieron de acuerdo en algo!

— Oficial, nos desharemos del muro y no gritaremos más, si nos deja en libertad —prometió el sapo.
— La ley es la ley. Debo llevarlos a la comisaría —dijo el policía —allí veremos en la grabación de las cámaras de la ciudad, de quién fue la brillante idea de construir esta pared.
— ¡NOOOOO! —gritaron el caracol Tornasol, la comadreja Lenteja, el León Dormilón y el Cocodrilo Camilo, imaginándose todos con uniformes a rayas tras las rejas.
— Señor policía, nuestros vecinos ya están echando el muro abajo y han prometido solemnemente no gritar más, ¿no es suficiente muestra de buena voluntad? —dijo el cocodrilo, a quien por los nervios le temblaba el ojo.
— Sí, joven —dijo la comadreja —déjelos en libertad, que no volverán a molestar, ¿cierto?
— ¡Cierto! —respondieron Retaco y Zebra y todos sus vecinos.

Entonces el policía aceptó retirarse con la promesa hecha por los habitantes de la ciudad estrecha.  Todos ayudaron a tumbar el muro, y como este dejó una gran huella entre ambas casas, los vecinos no volvieron a discutir nunca más por su situación limítrofe, aunque para no perder la costumbre, a veces se escucha una que otra discusión cuando juegan sus equipos de fútbol, y a pesar de la aparente calma, todos los habitantes de esta ciudad tan pero tan estrecha, siguen durmiendo con tapones en los oídos porque el sapo no ha dejado la terrible costumbre de roncar toda la madrugada.

martes, 8 de enero de 2013

Ascensor a las estrellas


Escrito por: Adelaida Jaramillo

Mi nombre es Pedro, mi mamá me dice Pedrito pero yo ya mismo cumplo siete años, así que ya soy bastante grande como para que me siga llamando "mi bebito", "mijito", "negrito" o cualquier cosa que termine en ito.  A mi hermana Sandrita, que sólo tiene 2 años, sí le podemos decir así porque es chiquitita, y aunque quisiera no podría reclamar nada porque aún no habla bien y no se  entiende lo que dice.  

Sandrita todavía no va a la escuela y no se entera de muchas cosas, como por ejemplo, que a ella le deberían gustar las muñecas que le regala mi mamá, pero yo la hago jugar con mis carritos y a ella le encanta, los prefiere a esas horrorosas peponas que dan susto, no sé cómo puede dormir con todos esos pares de ojos abiertos mirándola por la noche.

Lo mejor de la noche, aparte de dormir es ver las estrellas, los cometas y la luna.  Mamá sabe mucho de eso, me señala los planetas y las constelaciones con el telescopio que nos regaló el abuelo.  A Sandrita también le gustan las estrellas, pero pintarlas en las paredes y a mi mamá no le hace mucha gracia tener que limpiarlas.

— Mamá, ¿podemos ver las estrellas?
— Claro Pedrito –le respondió -señálame por favor el planeta Marte.
— Es ese punto rojo que brilla allá arriba.
— Muy bien –aplaudió su mamá -Sabes, mañana la luna se va a esconder.
— ¿De quién?
— De nadie, Pedrito. La tierra se va a interponer entre ella y el sol, tapándola.
— ¿Con una sábana?
— No, Pedrito.  Mañana mientras desaparece, te explico qué es un eclipse.
Guau, guau, guau –ladró el perro.
— Mamá, ¿tú crees que Cactus sepa qué es un eclipse?
— Todo es posible, mijito.

Mamá tiene razón.  Aunque me gusta mucho jugar con mi hermanita, en realidad disfruto más cuando juego con mi perro Cactus.  Mi papá lo encontró en la calle perdido, así que vino a vivir aquí con nosotros antes que Sandrita. Cuando llegó parecía un chihuahua, luego se estiró y parecía un perro salchicha, pero luego siguió creciendo a lo largo y a lo ancho, y ahora ya no sabemos qué es, sólo que es perro porque ladra, aunque aquí entre nos, a veces parece que hablara. Cuando sea astronauta y vaya al cielo, Cactus vendrá conmigo en mi nave espacial.  

— Chusss, chusss, aquí el capitán Pedro al planeta Tierra, chuss, Cactus, chuss, chuss, ¿me copias?
— Guau, guau.
— Chuss, chuss, a la derecha se puede ver un agujero negro, chuss, chuss, ¿lo ves, Cactus?  
— Guau, guau.
— Listo para aterrizar, Cactus, chuss, chuss.
— Guau, guau. 

¡Oh! ¡No puedo esperar a subirme en esa nave, Cactus será un gran compañero de viaje!  Le traeré rocas lunares a Sandrita para que las pinte con sus marcadores y si entra en la nave: le traeré una estrella a mi mamá.  ¿Qué cosas encontraré allá arriba?  Ojalá encuentre a mi papá que se fue al cielo y se convirtió en una estrella, ésa es la que quiero traerle a mi mamá.

Estoy seguro que regresaré cargado de regalos, como el abuelo Pedro, que  siempre tiene algo para nosotros.  A mí me encanta ir a su casa los sábados para almorzar.  Allá todo es antiguo y misterioso como él.  Hay habitaciones dentro de las habitaciones, pero yo no entro a esas porque me da miedo.  El otro día escuché un ruido, podría haber sido un ratón, como también podría haber sido un fantasma.  Y con ninguno de los dos quiero encontrarme a solas.

En el dormitorio del abue hay fotos en blanco y negro, juguetes de lata, libros y una bandera pirata.  Después del almuerzo, el abuelo siempre nos cuenta grandiosas historias a Sandrita, a Cactus y a mí. 

— ¿Tú si entiendes lo que dice el abuelo, Cactus?
— Guau, guau

Al final del pasillo hay un cuarto que sea de día o sea de noche, siempre está oscuro.  Hoy yo traje una linterna y esperaré a que todos se duerman para ver qué hay allá adentro.  A lo mejor y está Pinocho y tengo que rescatarlo.

— Cactus, esta noche viviré una aventura como las del abuelo, ¿vienes conmigo?
— Guau, guau, guau.
— Tu misión es confirmar que todos están dormidos.
— Guau, guau, guau.

¡Vaya! ¡Qué oscuro está aquí dentro!  Mi linterna casi no alumbra nada.  Avanzaré, que hasta ahora no pasa nada, sólo hay un escritorio, libros, una bola del mundo, una escalera, unos mapas, ¡Ay!  ¡Qué golpe más feo!  ¿Qué es esto?  ¿Una caja?  ¡Una caja gigante cubierta de números!  ¿Qué pasará si aplasto el 7?

— TOOOC, TOOOC, TOOC, TOOC, TOC TOC, TC TC

— ¡Oh! ¡La caja está moviéndose para arriba!  ¡ESTOY EN LAS NUBES! 
— Guau, guau.
— ¡Ay!  ¡Qué susto, Cactus!  ¿Cómo has llegado aquí? 
— Guau. 
— Ahora sí que le podremos llevar una estrella a mamá.
— Guau, guau, guau.

¡Estar en el cielo es genial!  Puedo saltar desde una estrella a la otra sin caerme, recostarme en el pedacito de la luna iluminado o patinar en la cola de los cometas.  ¡Cuántos niños hay aquí arriba jugando!  

— ¡Mira Cactus, esos niños verdes con ojos grandotes!
— ¡Guau!  
— Ven, vamos a pararnos en la luna para que mamá nos vea.  ¡Mamá!  ¡Hey, mamá!  ¡Estamos acá arriba!  Cactus, ¿tú crees que mamá nos pueda ver?
— Guau, guau.
— Mira, yo creo que mamá está mirando otra vez a la estrella de papá.  Esa es la estrella que debemos llevar a casa, sino no vale la pena regresar.  ¿Me prometes que la encontraremos?
— Guau, guau.
— ¿Qué pasó? Se fue la luz… ¡es el eclipse Cactus!  Cactus, ¡Cactus!  ¿En dónde estás?
— Tranquilo, hijo, está aquí conmigo.
— Guau, guau, guau, guau.
— ¡Papá!
— Es hora de que te embarques en el ascensor en el que has venido, Pedro –le dijo su padre –o no podrás regresar nunca más a la Tierra.
— ¿Qué pasa si me quiero quedar aquí contigo?
— Tu mamá se pondrá muy triste y te extrañará.
— Como yo a ti.
— Sí, pero ahora te irás feliz y podrás visitarme las veces que quieras.  ¿De acuerdo?
— ¡Estoy de acuerdo!  ¿Oye, Cactus, estás de acuerdo?
— Grra, grra.
— ¿Cactus, qué tienes en la boca?
— Unas rocas lunares –le dijo su padre sonreído.
— ¡Fantástico!  ¿Y a mamá, qué le llevo?
— ¡Embárcate, Pedro! –le contestó su padre –a tu mamá, llévale un beso de mi parte.

— TOOOC, TOOOC, TOOC, TOOC, TOC TOC, TC TC

— Pedrito… ¡Pedrito, despierta! –le dijo su madre –¡estás golpeando la cama!
— ¡Muuuuuac!
— ¿Mijito, y ese beso tan cariñoso?
— Esta noche cuando veamos las estrellas te cuento, mamá.

martes, 31 de enero de 2012

CUENTICO BOBICO PARA UNA NENICA ABURRIDICA - Elsa Bornemann

Una mañánica
de primavérica
hallé una láuchica
en la verédica.

Era muy rárica:
con dos mil rúlicos
sobre la cárica
según calcúlico.

En su cartérica
guardaba heládico
de rica crémica
y chocolático.

Jugó a la abuélica
también al ránguico,
pisa pisuélica
y bailó un tánguico.

Y muy ligérico
se fue en un cárrico
con sus cochérico
y sus cabállicos.

No, no es mentírica
-cara de tórtica-
¿No crees nádica?
¡pues no me impórtica!

La canción de Carpanta - Angel Guache

Me llamo Carpanta, 
me tragaré este pollo.
Por mi gran garganta
bajará un centollo.

Engulliré un bocadillo
de jamón serrano,
y si te la pillo
me tragaré tu mano.

Me tragaré una vaca,
me tragaré un cordero,
tumbado en la hamaca
morderé al camarero.

Me tragaré el plato,
me comeré la cesta.
Romperé el trato
y comeré la puerta.

Me comeré a mi hermano,
me comeré a mi prima,
me tragaré al marrano
que vive encima.

Me comeré al profesor
que me puso un cero
y subiendo en ascensor
morderé a tu perro.

Me engulliré una lata,
me comeré un ratón,
me comeré un atapa,
me tragaré un camión.

Me zamparé tu jeta,
devoraré un lechón,
será mi mayor meta
comerme tu melón.

Me comeré la mesa,
me comeré el sofa,
me tragaré una pesa,
me comeré a mamá.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Gatos con zapatos

Por Ma. Grazzia Martínez (13 años)

Los empleados de una tienda se preguntaban para quién trabajaban, pues lo único que sabían acerca de su jefe era que amaba fabricar zapatos.  De día y de noche.  Era muy creativo y nunca nadie había entrado a la oficina del gato, ni siquiera los más viejos trabajadores lo habían logrado.  El gato sólo se dirigía a ellos por un diminuto altavoz ubicado en una esquina poco iluminada.

Un día el jefe gato les comunicó que organizaba un concurso en el que un cliente debía encontrar un caja con unos zapatos dorados, si los encontraba, podría entrar a su oficina y llevarse todos los zapatos que pudiera en un minuto.

Los empleados imaginaban que la oficina estaría repleta de zapatos, pues siempre escuchaban el martilleo, las puntadas y los sonidos que hacía el jefe que trabajaba todo el tiempo.  Así que el premio debía ser muy importante y estaban ansiosos porque empiece el concurso.

Un día antes, el empleado más nuevo de todos se quedó trabajando más tarde que de costumbre, pues necesitaba dinero extra.  Estaba guardando varios papeles en un escritorio cuando y al tropezarse con una silla, vio caer una minúscula llave dorada.  Probó si calzaba en la cerradura de la puerta del jefe... y ¡la puerta se abrió!

El gato corrió a cerrar la zapatería y regresó a la oficina del jefe, abrió la puerta despacio, pero su asombro fue tal que no pudo controlar el grito de asombro... ¡La oficina era enorme y estaba completamente llena de cajas con zapatos!, había zapatos grandes, pequeños; unos brillaban, otros eran elegantes y habían muchos zapatos de colores que llenaban la habitación.

Al final de un largo pasillo había una puerta, y de ella salían gemidos lastimeros.  El curioso empleado se acercó y al abrir la puerta, el llanto se detuvo y el empleado, vio por primera vez al jefe.  El gato se veía triste y solitario en su colorida oficina, el empleado se acercó más y le preguntó al jefe: 

-Señor gato, cómo puede estar usted tan triste teniendo un trabajo tan estupendo y vivo? -el jefe lo miró y respondió,

-¿Cómo podría ser feliz después del accidente? -el empleado le preguntó de nuevo

-¿Qué accidente? -el jefe se cansó y decidió contarle al empleado la verdad.

-Yo tenía aquí, en esta oficina, un compañero y juntos hacíamos los zapatos, pero un día peleamos y él se fue.  Yo sé que su pasión son los zapatos, por eso organicé este concurso.  Mi compañero es un ratón y así como tú es extraordinario encontrando cosas, así que me arrepiento de la peleo por dinero que tuvimos y cuando él venga y gané, le pediré disculpas y volveremos a trabajar juntos -el empleado comprendió que el jefe no quería que lo vieran llorar, así que se ocultaba para no ser avergonzado.

Por fin llegó el gran día y entre el público se encontraba el pequeño ratón, y tal como lo había supuesto el ingenioso ratón revisó toda la tienda hasta subir a un estante que se encontraba en lo alto y en él encontró la caja que guardaba los zapatos dorados y consiguió el premio.

En el interior de la oficina se encontraba su viejo amigo y juntos se perdonaron.  Ambos descubrieron que su amistad valía más que el dinero y juntos con el empleado, hicieron de su zapatería la más famosa, porque sus zapatos estaban hechos con un material que jamás se podría comprar: la amistad.

FIN

Érase que se era -Ma.Elena Walsh

Érase que se era, y no lo vais a creer, el país de Mundilandia, donde todo era al revés: las hormigas eran grandes y los osos pequeñitos; los perros tenían alas y ladraban los mosquitos.

En el país de Mundilandia, donde todo era al revés, el cielo era de color verde y las montañas de miel, los papás iban al cole y lo mismo los abuelos, y los niños eran jueces, maestros y hasta banqueros.

En el país de Mundilandia, y no lo vais a creer, había un rey de madera con gorrito de papel, que en vez de mandar a todos, tenía que obedecer.

lunes, 25 de abril de 2011

Ahora sí: ¡Abrimos los libros!

Regresamos a clases y este sábado 30 de abril retomamos el taller para pre-lectores de 4 a 6 años, primeros lectores de 7 a 9 años, lectores de 10 a 12 años, jóvenes de 13 a 15 años y jóvenes adultos de 16 a 19 años, dirigidos por la instructora Adelaida Jaramillo.  Los jóvenes a partir de 13 años, tienen la opción de asistir los viernes por las tardes al Club de Lectura en inglés que comienza el viernes 29 de abril con “The graveyard book” de Neil Gaiman.

Este espacio fue creado para que los niños y jóvenes asocien la lectura con un momento de entretenimiento, para que se reúnan a crear personajes, identificar emociones, diferenciar géneros y para descubrir el estilo literario que les gusta y que los motive a seguir leyendo. 

Inicio: 30 de abril de 2011
Lugar: Nva. Kennedy Calle T.Maldonado #119
Prelectores: $40 incluye un libro.
Costo taller de lectura y escritura: $50 incluye materiales.
Costo club de lectura en inglés: $60 incluye materiales.
Instructora: Adelaida Jaramillo
Instructora inglés: Johanna Fabre
Teléfonos: (04) 2691264 – (08) 0250253

lunes, 3 de enero de 2011

Las vacaciones en barcos pirata son posibles gracias a los libros

El lunes 24 de enero comienzan los talleres en el ascensor, que ahora los pueden tomar en español o en inglés.  Las clases están agrupadas en las siguientes edades: pre-lectores de 4 a 6 años (bilingüe), primeros lectores de 7 a 9 años, lectores de 10 a 12 años, jóvenes de 13 a 15 años y jóvenes adultos de 16 a 19 años (sólo inglés).  Pueden elegir también venir tres días a la semana (dos días de lectura y escritura creativa y uno de cine) o, al taller de cinco días a la semana (un día de introducción al arte y música y un día de refuerzo de redacción).  

Este espacio fue creado para que los niños y jóvenes asocien la lectura con un momento de entretenimiento, para que se reúnan a crear personajes, identifiquen emociones, diferencien géneros y descubran el estilo literario que les gusta y que los motive a seguir leyendo. 

La instructora es la escritora guayaquileña Adelaida Jaramillo Fabre, fue invitada a la Feria Internacional de Libro en Lima para hablar sobre la importancia de la literatura infantil y juvenil y también participó en la FIL Guayaquil junto a la escritora cubana Liset Lantigua en una mesa en la que se discutió “La evolución de la literatura infantil”.

Inicio: 24 de enero de 2011
Lugar: Nva. Kennedy Calle T.Maldonado #119
Prelectores 2 días a la semana: $50.
Costo taller de lectura y escritura 3 días a la semana (12 sesiones por mes): $75 incluye materiales y copias.
Costo taller de lectura y escritura 5 días a la semana (20 sesiones por mes): $115 incluye materiales y copias.
Costo taller de redacción creativa (5 sesiones): $50 incluye materiales.
Instructora: Adelaida Jaramillo
Instructora inglés: Johanna Fabre
Teléfonos: (04) 2691264 – (08) 0250253

jueves, 7 de octubre de 2010

20 años de espera

Hoy América Latina amaneció de fiesta con el nombramiento de Mario Vargas Llosa como Premio Nobel de Literatura por su novela "Pantaleón y las visitadoras".  El último Nobel de habla hispana fue el mexicano Octavio Paz (El laberinto de la soledad) en 1990 y antes fue su compañero del movimiento del boom latinoamericano, el colombiano Gabriel García Marquez (Cien años de soledad) en 1982.

Aprovechando esta oportunidad y honrando a nuestras letras, leeremos nuestro primer Vargas Llosa "Fonchito y la Luna" con los más chicos y un cuento y reseña de los autores del boom con los jóvenes.  "Fonchito y la luna" narra una tierna historia sobre un ingenioso niño que vive su primer amor y para el no habrán obstáculos. ¿Qué harías tú si te piden la luna?

"Nereida tenía unos ojos grandes y muy vivos, una naricilla respingada,
unos cabellos negrísimos y una tez blanca como la nieve que debía ser
-pensaba Fonchito- más suave que la seda."

Mario Vargas Llosa influyó en mi generación, haciendo que muchos de nosotros amemos a la literatura, nos inyectó el bichito de la escritura y por eso hoy he querido dejar constancia de su importancia en esta entrada.

¡Saludamos al Nobel peruano y nos alegramos por este premio que lo sentimos nuestro!

"Es un reconocimiento a la lengua, a la literatura latinoamericana" M.Vargas Llosa 07/10/10


El Nobel Mario Vargas Llosa y su opinión sobre su novela favorita.

miércoles, 4 de agosto de 2010

El hamster, la tortuga y sus amigos

Texto e ilustraciones por: Israel Castro E. (9 años)
Alumno del Centro Educativo Fénix
Taller de lectura y escritura de los martes por la tarde.




I. COMIENZA LA HISTORIA
Había una vez un hamster y una tortuga que eran muy trabajadores. El hámster trabajaba como abogado y la tortuga como taxista. cosmico el abogado, era muy experimentado en su profesión. Logró resolver muchos casos, por ejemplo uno muy sonado fue el caso del robo de los pasteles, en el que logró probar la inocencia del loro.

Su mejor amigo es una tortuga que se llama Messi, sí, como el jugador de fútbol; parece muy lenta pero tiene unas garras que le sirven para moverse a todo tipo de terrenos, por esta razón le pagan muy bien.

Cósmico es un hamster poco común que proviene de la India y allá tiene muchos primos de bajísima estatura.  Messi es una tortuga del oriente ecuatoriano, del río Zamora para ser más exactos. Tiene un primo que es un gran Galápago y dicen que es muy famoso.

II. EL ENCUENTRO
La historia comienza un sábado, cuando el hamster y la tortuga fueron al mercado y al llegar se encontraron con sus amigos: un gato y un perro. ¡Oh, qué sorpresa!  Conversaron de muchos temas y aprovechando que se encontraron, planearon un banquete en el que reunirían más amigos.

El perro sharpei es de raza mestiza y su nombre es Patricio. Su padre tenía un trabajo muy importante, trabajaba como mascota del Emperador chino. Su madre era una sharpei sin pedigree. Patricio tiene rasgos, acento y costumbres chinas, pero su vestimenta y gustos gastronómicos son latinos.
El Gato Amarillo era callejero. Antes se moría de hambre y dormía en las alcantarillas, pero Patricio lo rescató de esa vida dándole cariño, comida y trabajo y desde entonces fueron verdaderos amigos.

III. EL BANQUETE

Después del sábado. Cósmico invitó a sus primos rusos al banquete en casa del perro. El Gato Amarillo invitó a su pariente de Siberia que actualmente vive en el zoológico, Patricio invitó a su hermano chino, Messi a su primo Galápago.

Ya en el banquete todos estaban reunidos muy felices... Patricio fue a poner una bandeja de salami en una mesa en el jardín, cuando de repente se escucha la puerta: era el Tigre de Bengala, primo del Gato Amarillo. Aprovechando la distracción y sin ser vista, una rata fea ¡se robó el salami!

Cuando Patricio regresó al jardín, fue mucha su sorpresa pues no encontró la bandeja.

Todos se enteraron del acontecimiento. El Tigre de Bengala ¡se puso furioso! El Galapago actuó como si nada. El Hamster Ruso decidió que su primo Cosmico resuelva el caso en la Corte. Cosmico puso inmediatamente como sospechosos a tres culpables de casos anteriores: la comadreja, el zorro y la rata fea.
Como prueba, Cosmico mostró un video en el que estaba la delicuente disfrazada, pero en el mismo se observaba una cola sin pelo, larga y fea... ¡esa cola era de la rata! La sentencia: ¡CULPABLE!

Después del banquete y el lío del robo, Cósmico, Patricio, el Gato Amarillo y Messi, necesitaban un descanso y relajación. Para ello salieron en busca de los hoteles más lujosos y elegantes, pero no encontraron ninguno que les gustara.

Estaban a punto de rendirse, cuando Cósmico, el más sencillo de todos, los llevó debajo de un árbol frondoso y cada uno encontró un buen lugar para descansar.

En el árbol encontraron un pequeño letrero que decía:


El pesimista se queja del viento
El optimista espera que cambie
El realista ajusta las velas”.


Sus invitados se habían comportado de esa manera. En adelante, disfrutarían de veladas tranquilas y sencillas, como la que disfrutaban en ese momento, entre verdaderos amigos, sin esperar complacer a nadie más.

lunes, 26 de julio de 2010

De la Feria del Libro en Lima

La Feria del Libro de Lima es bastante más importante que las ferias que estamos acostumbrados a visitar en Ecuador, si es que asistimos.  En el recinto encontramos editoriales importantes y hasta el día de hoy, ha sido un lleno total.  He tenido la oportunidad de comprar un par de títulos y llevo novedades para el taller, entre esos, libros de escritores "serios" que se han dedicado a escribir para niños como Vargas Llosa (Colección Mi Primer: Vargas Llosa, título Fochito y la Luna) que leeremos con primeros lectores en este período.

La experiencia que estoy viviendo en la FIL Lima por momentos se vuelve indescriptible, sobre todo por la cantidad de cosas buenas que me han pasado y la velocidad con la que llegan.  Este viaje me deja llena de felicidad y de proyectos y un regreso a Guayaquil con posibilidades de crecer en esta carrera que tanto me gusta.  Conocer a gente inspiradora como Leonor Bravo, Mónica Varea y Edgar Allan García me hace sentir honrada y agradecida con ellos, con Marcelo Baez que me ayudó con bibliografía para la ponencia, con Solange Rodríguez que luchó por este espacio que nos dieron y con Doris Moromisato que aceptó la propuesta que le traíamos.


Con los escritores Leonor Bravo, Edgar Allan García y Solange Rodríguez en la Feria Internacional del Libro de Lima 2010

Quiero destacar a mis escritores Israel Castro y Gaby Jaramillo, quienes a la distancia fueron leidos y aplaudidos.

Dejo el link de una parte de mi ponencia.